martes, 8 de octubre de 2019

Las damas de la gran fábrica/ El secreto del convento

Por Ángeles Álvarez Moralejo

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Independientemente de conocer (como es mi caso) o no a la autora de este libro, si te lo encuentras en las estanterías de una librería, cuanto menos le echas un vistazo, pues ese título doble “Las damas de la gran fábrica/ El secreto del convento”, en principio es sugerente.
Cuando te vas adentrando en su lectura, inmediatamente te introduces en una novela romántica, pues tiene todos los ingredientes de ese movimiento literario que se produjo en España en la primera mitad del siglo XIX. Sin embargo la escritora es actual. Entonces te planteas una reflexión: ¿Es una reencarnación de una escritora romántica o influida por la lectura de esa época ha decidido escribir este libro con el fin de reivindicar ese movimiento?
La descripción de la gran fábrica, lugar lúgubre, frío, húmedo, oscuro en el que se mueven personajes insatisfechos, temerosos y famélicos, abocados al suicidio, que buscan un futuro incierto, parece más bien un lugar extraído de la época medieval. Personajes que deben trabajar a destajo horas y horas bajo la amenaza de fuertes castigos. Son mujeres las trabajadoras que realizan el trabajo más infrahumano. Los hombres se limitan a llevar la mercancía para ser manufacturada. Las mujeres están relegadas a la oscuridad y la humedad. Ni siquiera tienen la fortuna de disfrutar unos minutos de la luz del sol. Y paralelamente a esta narración aparece la protagonista, María, una mujer desahuciada socialmente, simplemente por el hecho de que un hombre abusara de ella. Tuvo un hijo producto de esa violación. Fue separada de su hijo durante muchos años y al final ese hijo, que se había ordenado sacerdote, apareció en la fábrica para recuperar a su madre.
Tanto las descripciones de los lugares: la fábrica, la ciudad de Salamanca… como los personajes y la historia que narra la novela están cargados de rasgos románticos. Es propio de estos escritores tanto manipular la naturaleza de acuerdo a sus propios sentimientos como tratar la melancolía y la tragedia en sus escritos.
Respecto al estilo no exento de anacronismos, como el uso del neón en una época en la que no se había inventado y la abundancia de casos de laísmo y coloquialismos que aparecen en la narración, pueden ser producto bien de la fantasía e imaginación de la autora para dejar en un segundo plano la realidad simple y llana o bien usar el lenguaje coloquial y no académico a modo de rebeldía en búsqueda de esa libertad creadora, alejándose de la norma académica.
Alude a la mitología vasca, señalando el eguzkilore o describiendo esos seres de leyenda las lamias de las que nos habla también Dolores Redondo en su trilogía sobre el Baztán. Esto se puede justificar por la influencia que tiene la propia escritora tras muchos años de vivir en el País Vasco. 

En cuanto a la segunda parte titulada “El secreto del convento” forma más bien parte de la hagiografía. Esto resulta  curioso ya que actualmente pocos son los escritores que tienen la valentía de tratar este tema, tal vez sea porque ya está todo escrito o bien por la escasa aceptación de este tipo de lectura. Centra la mayor parte de la  historia en el milagro de la Virgen del Tránsito. La autora hace una descripción detallada de la vida monacal de las hermanas clarisas. Dicha narración indica que la autora se ha documentado minuciosamente tanto con sus conversaciones con las monjas como con la recopilación de datos al respecto. Aunque tiene un escaso valor literario, sí es verdad que hace un homenaje a la tradición religiosa de los zamoranos.  

En conclusión, debo señalar el valor de una escritora que ha empezado a escribir en el otoño de su vida, y que tras su segundo libro publicado empieza a cautivarnos con sus escritos.