viernes, 24 de julio de 2009

Estar en la Luna

Por sysifus

Luna
Esta semana se han cumplido cuarenta años del primer paseo por la superficie lunar. En unos meses habrán pasado treinta y siete desde el último. Durante aquel breve periodo, en fechas señaladas por las misiones de la NASA, se podía decir que alguien se encontraba allí arriba sin que fuese una metáfora. "Estar en la Luna" significa, desde mucho antes del éxito del Apolo 11, estar ausente, fuera de la realidad. Aunque puede utilizarse en cualquier situación, la magnitud de la distancia que nos separa de nuestro satélite provoca que la mencionada locución no se use para referirse a fugaces pasmos o despistes, sino en casos de la más absoluta desconexión con el mundo real.

Para leves distracciones es preferible optar por la expresión "pensar en las musarañas", que implica sólo una pérdida de atención pasajera, un breve asueto mental. La musaraña es, probablemente, el mamífero más pequeño del mundo, y a esa característica es a la que se alude como algo de importancia insignificante que nos distrae de elucubraciones más responsables. Paradójicamente, la musaraña es uno de esos animales que no puede permitirse el lujo de entretenerse con vanalidades, puesto que su existencia es una constante lucha contra la inanición: si no se mete constantemente entre pecho y espalda una ingente cantidad de alimento, muere de hambre en un par de horas.

Existe un término medio entre la musaraña y la Luna, entre el lapsus eventual y la vida en la inopia. Es una comarca leonesa llamada Babia, un bonito valle rodeado de cumbres tan importantes como Peña Ubiña. En el medioevo, los monarcas de la Corona de León solían ir allí a descansar. A su vuelta a la Corte, aquejados de un severo síndrome post-vacacional, estaban más ensimismados que de costumbre, de manera que los súbditos disculpaban el Real despiste porque Su Majestad "aún estaba en Babia". Además de ser una expresión ingeniosa, era menos irreverente que decir que estaba en la higuera o en las nubes.

0 comentarios: