sábado, 18 de abril de 2020

Combatir el sufrimiento en la Covid-19

Por Ángeles Álvarez Moralejo
Tras 34 días de confinamiento total, parece que tengo la necesidad de volcar mis sentimientos sobre una hoja de papel en blanco. La verdad tengo que confesar que parece que he vivido estos días de manera inconsciente, fuera de la cruda realidad que envuelve no solo a todo el país sino a todo el mundo. Tal vez esa sea la razón de mi inconsciencia, mi cabeza no puede asimilar una hecatombe tan grande, no tengo recursos para poder entender que en el mundo se estén muriendo miles de personas solas, abandonadas a su suerte en los hospitales, alejadas de sus familias, tratadas como meros números para poder meterlas en los ataúdes y darles el destino en una de las morgues designadas para tal fin. No puedo entender la actitud de los políticos que están politizando esta epidemia para  conseguir beneficios personales o de partido. No puedo entender a los portavoces oficiales que no dan pie con bola cuando aparecen en los medios para, se supone, informarnos de la situación. No nos mientan, por Dios, digan la verdad o cállense. ¿A qué están jugando? En fin, no es mi intención meterme ahora con la gestión política de ningún país, esto vendrá después.
Me preocupa la gente que rigurosamente ha acatado, salvo cuatro descerebrados, el confinamiento como la única solución para protegerse y proteger a los demás. ¡Chapeau, por todos!
¿Cómo podemos lidiar con el sufrimiento que nos está acarreando esta situación? Claro, no se trata de un sufrimiento provocado por nosotros mismos de manera innecesaria, cuyo origen está en la utilización negativa de nuestros pensamientos. Este sufrimiento sería evitable ya que si nos alejamos mentalmente de las situaciones que nos lo han provocado, veremos las cosas desde otra perspectiva.  
Sin embargo, el sufrimiento que nos ha traído el Coronavirus es un sufrimiento inevitable que la vida nos ha regalado de manera gratuita e inesperada. ¿Cómo podemos enfrentarnos a él? Pues, creo que la única manera será aceptando el dolor y el malestar que nos ocasiona, como parte de nuestras vidas, si no lo hacemos  acabaremos sufriendo mucho más.
No podemos pensar que esto nos haya venido como un castigo por errores cometidos o sea producto del mal karma. No, pienso que las cosas simplemente suceden y no tienen que tener un porqué. Lo malo es que no podemos solucionar el problema por  nosotros mismos, sino que dependemos de otros para que nos ayuden, ahí es donde aparece el sentimiento de la impotencia  que nos provoca desazón.
Entonces para huir de esa realidad debemos ocupar nuestra mente en otros asuntos, entretenernos de diversas maneras. Ver, leer o escuchar demasiada información sobre el tema puede llevarnos a una situación de angustia máxima, pues al depender de lo que nos dicen y no poder discernir entre lo que es cierto y lo que es falso, nos agobia. Yo pienso en cosas que me encantaría hacer o que he hecho y esto me reconforta, ya que creo que aquí no acaba todo, sino que tendré un después.
Otras veces pienso: “no hay mal que por bien no venga”, y mi mente viaja con avidez hacia ese futuro incierto para conocer cuáles serán las cosas buenas que me va a regalar la vida.
Lo peor y lo más cruel es cuando comparo mi situación personal y familiar con esas personas que están sufriendo la enfermedad, la soledad, el aislamiento e incluso la muerte de seres queridos porque yo no lo he sufrido hasta el momento. Digo que es cruel porque de alguna manera me reconforta. Perdonadme, tal vez sea una de las armas que me protegen frente a tanta miseria humana.
La aceptación del sufrimiento como algo inevitable y la decisión de tomar medidas para estar mejor, te pueden ayudar a transitar más fácilmente por el camino del dolor. Esto nos dará más fuerza para hacer frente al desconsuelo que puede venir y vendrá en el futuro.
Debemos reforzarnos y prepararnos para soportar todo lo venidero a fin de que no nos sorprenda tanto como lo ha hecho la llegada del Covid-19.
Expresar en voz alta lo que sentimos o sacar a la luz los fantasmas que pululan por nuestra mente, también es una forma de terapia. 
No perdamos la esperanza en que esto tarde o temprano se va a solucionar, pues no en vano tenemos grandísimos profesionales sanitarios que están dejando la vida para sacar adelante lo  que los políticos no son capaces de solucionar.