domingo, 9 de octubre de 2011

En ocasiones veo Dracónidas

Por sysifus

... Pero no ayer. Este Madrid, en el que las estrellas se olvidan de salir, como diría Sabina, no es lugar propicio para contemplar tal tipo de manifestaciones. El avistamiento de meteoros fue entorpecido por la contaminación lumínica, incrementada esta vez por la luna casi llena y quizás también por la proliferación de smartphones. Y esa capa parduzca que protege a los madrileños de los perniciosos efectos del aire puro de Guadarrama tampoco ayudó. Más que lluvia de estrellas lo de anoche fue un tímido chispear.

Las Dracónidas, al igual que las Perseidas o las Leónidas, se producen cuando la Tierra se cruza con los restos que un cometa va dejando detrás. Es decir, que el fenómeno, más que a la lluvia, se asemeja al paso a mejor vida de insectos estampándose en los parabrisas. Me pinto solo vulgarizando un espectáculo que fascina desde tiempos inmemoriales, y que no ha sido explicado hasta hace bien poco. Cuántos presagios y deseos se formularían antes de saber que las estrellas fugaces no eran sino la ardiente estela de diminutos granos de arena.

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