El día 26 de mayo de 2012 en Tokyo se habló español,
pero español de verdad, sin errores, sin dudas, sin timidez; porque salía del
alma. Todos estaban allí, desde los primeros que pusieron la semilla de HE2,
hasta los más nuevos, incluso los recién retornados a su país para fraguarse un
futuro con la lengua que habían aprendido con tanto esfuerzo.
Fueron llegando poco a poco, yo no me podía creer el hecho de verlos allí y no
entrando por la puerta de la escuela puntualmente como es su costumbre; no,
estaban en su ciudad y querían pasar un rato conmigo. Yo que los había hecho
sufrir tanto en las clases a fin de que aprendieran la lengua, a fin de que
adquirieran el máximo nivel posible, a fin de que fueran los mejores en lo
suyo. Sin embargo parece que no me guardan rencor y me quieren, transmitiéndome
ese calor de amistad que todos necesitamos sobre todo cuando estamos lejos de
nuestro espacio y ambiente.
Puede parecer una paradoja, en un país en el que el
contacto físico no existe, pues bien tengo que decir que mis exalumnos me
abrazan, besan y tocan para compensar las palabras que les faltan a la hora de trasladarme su cariño. Eso también lo aprendieron en España.
Fue una fiesta española, con tapas españolas realizadas
por un cocinero español, no faltaba el jamán ibérico, ni en queso de oveja, ni
la morcilla de Burgos y por supuesto todo estaba regado con buenos vinos tintos
y blancos de denominaciones de origen españolas, todo a la usanza española.
No estaban todos los que son ni son todos los que
estaban, debido al aforo no podíamos ser más de 50 personas, pero se completó
el cupo, aunque se permitió que se incrementara el número levemente.
Hubo palabras de agradecimiento, sorpresas, fotos,
sorteo, risas, comentarios, recuerdos, ¡muchos recuerdos!
Jamás olvidaré esa gran noche española en Tokyo rodeada de
tanta gente que me recuerda y a la que siempre llevaré en mi corazón.
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