martes, 24 de noviembre de 2009

Construcción inglesa

Por Ángeles Álvarez Moralejo
¿Qué es la construcción inglesa? A primera vista podríamos pensar en que se trata de algo relacionado con la arquitectura o la ingeniería y se nos dibuja en nuestra mente bien la casa del Primer Ministro inglés, tantas veces vista en nuestras noticias, o bien el edificio del parlamento con su Big-Ben apuntando al cielo entre la perpetua niebla londinense. Pues no, en este caso se trata de algo totalmente lingüístico. No entiendo a quién se le ocurriría llamar a la estructura de la que voy a tratar en este artículo con semejante nombre, supongo que tenía un mal día, que a todos nos pasa, pero fuera quien fuera, no estuvo demasiado acertado en la acepción. ¿Qué pasa? ¿Qué el inglés está por encima de nuestra lengua y por eso lo imitamos continuamente? La realidad nos dice que es así. Probablemente debido a la gran influencia que tiene en los países latinoamericanos, donde el “spanglish” es ya una realidad. Sin embargo, si son muchos más hispanohablantes los que extienden este tipo de recursos, podría ser el español el que influyera más en el inglés y no al contrario. Tampoco podemos olvidar que nuestros académicos, afortunadamente, son bastantes conservadores con este tipo de cuestiones y aquello de que “Limpia, fija y da esplendor” lo llevan a rajatabla, porque de lo contrario, nuestra lengua estaría en un claro peligro.
Bien, vayamos a la estructura que nos interesa. Se trata de un fenómeno de economía lingüística claramente, pues simplificamos la estructura para dar el mismo contenido con menos desgaste.
Pongamos ejemplos:
a) Me prohibieron salir de noche
b) Nos llamaron para hablar del asunto

En el caso de a) se trata de una oración sustantiva, en la que el sujeto entre el V1 y el V2 es diferente, por lo que, según la regla de nuestro admirado Nebrija, deberíamos decir “Me prohibieron que saliera de noche”. Sin embargo al usar el pronombre “me” delante del V1, que nos señala el sujeto “yo” del V2, podemos hacer uso de la construcción inglesa.
En el caso de b), construcción final, sucede lo mismo, deberíamos decir “Nos llamaron para que habláramos del asunto”.
Sea de la manera que sea, demos la bienvenida a construcciones como esta que hermana perfectamente con estos momentos de crisis que estamos viviendo. Pues, en definitiva la crisis conlleva economía de cualquier manera que la contemplemos.
Si bien tengo que señalar que esto puede implicar cierta paradoja, pues si lo que queremos es economizar lenguaje, al doblar las estructuras, lo que estamos haciendo es redundar con estructuras simétricamente iguales. ¡Viva la abundancia en momentos de crisis!

lunes, 2 de noviembre de 2009

¿Crisis en la cocina?

Por Ángeles Álvarez Moralejo

Ciertamente esta maldita crisis nos está afectando, desgraciadamente, a todos; bueno, a unos más que a otros, puesto que los que tienen, jamás se ven salpicados por este tipo de miserias; sin embargo la mayoría de los mortales, que nos pasamos la vida buscando la forma de ganarnos la vida, somos los que más sufrimos este tipo de situaciones. Hace algún tiempo nos lo tomábamos a risa, entre otras cosas porque nuestro querido "Alpargatero" nos transmitía ese optimismo preclaro que ni él mismo se creía, pero los españoles somos de esta guisa. A medida que pasan los días vamos viéndole las orejas al lobo, y ya están asomando por nuestras puertas. En realidad ¿Podemos hacer algo? Pienso que sí. Podemos, por ejemplo, aprender a comer bien y barato. Esto aparentemente puede sonar a paradoja, o más bien a una sonada tontería, pero creo que se puede afirmar categóricamente que es posible.


Comer es una necesidad de primer orden, por lo tanto debemos estrujarnos los sesos para encontrar la forma de hacerlo lo mejor posible y olvidarnos de que la crisis también puede tocar a nuestros fogones.

Después de haber realizado ya 6 menús en nuestra nueva aula de Cocina Estudio-2, nos hemos dado cuenta de que la gente tiene especial interés en los platos contundentes, esos platos heredados de nuestras madres y abuelas y que, a pesar de ser supersencillos, nos alimentan sobremanera; platos que son reliquias dentro de nuestra cultura gastronómica. Me estoy refiriendo a las alubias del Barco de Ávila, las lentejas de La Armuña o los garbanzos de Fuentesaúco, sin olvidar las patatas, tomates, pimientos, repollos de la huerta gallega o castellana y los huevos de esas gallinas que la tía Satur mima y alimenta con trigo y el poco o mucho verde que le regale la naturaleza en su prado, dependiendo del agua de lluvia con que el cielo se digne a regar esas pobres tierras, gallinas que, incluso, le llegan a incubar y sacar pollitos. ¿Dónde se puede ver eso, sino es en el corazón de nuestros pueblos?

Pocos son los productos que se necesitan para elaborar ricos platos y alimentarnos de manera sana y natural. ¿Son baratos? Pues sí, o al menos todos estos productos están al alcance de cualquier bolsillo, si los comparamos con los que podemos adquirir en los mercados. Debemos acostumbrarnos a comprar directamente al productor y evitar el comprar los productos que, adulterados, pasan por las manos de un montón de intermediarios.

De esta manera podemos solucionar un poco la crisis: Abarataremos nuestra cesta de la compra, comeremos mejor y al mismo tiempo podemos dar un empuje económico a los productores que son los primeros en acusar los zarpazos de la deficiencia económica.

martes, 27 de octubre de 2009

Cubitano-Vinatero

Por Ángeles Álvarez Moralejo
¿Os habéis parado a pensar que cuando hablamos cometemos algunos vulgarismos o errores que lo hacemos sin darnos cuenta? Pues sí. Pero, esto no es malo, ni lo que pretendo con esto es criticar la forma de hablar de nuestro pueblo (Cubo del Vino), ya que forma un rasgo distintivo de nuestra localidad y nos hace más auténticos. Sucede, de manera involuntaria por nuestra parte, por el abandono al que ha estado y está sometida nuestra zona por parte de la Administración pública, a quien no le interesa nuestro nivel cultural, sólo tienen un interés electoral; sin embargo no somos las únicas víctimas, son muchos los pueblos españoles que sufren la misma lacra, y nos conformamos porque ”mal de muchos, consuelo de todos (o tontos)”.
Después de prestar un poco de atención a las conversaciones cotidianas a las que nos enfrentamos todos los días y que por lo tanto nos resultan familiares, me he atrevido a transcribir alguna para que os deis cuenta de los errores lingüísticos que cometemos. Probablemente os parezca exagerado, pero os aseguro que son palabras elegidas y escogidas de entre nuestros vecinos:
- María ¿Ande vas? (a dónde vas). ¿A ponerte la indición (inyección)?
- No, voy a la tienda a por bayonesa (por mayonesa/ mahonesa) para la ensaladilla.
- Pues yo hoy he estado haciendo cocretas (croquetas), algo ligero porque con eso del conesterol (colesterol) no sabe uno qué comer.
- ¡No creas, que es un poblema (problema)! A mí ahora me ha dicho el médico que tengo diabetis (diabetes)
- Todos tenemos algo, mira yo entre las almorroides (almorranas), la reúma (el reúma) y la atrosis (artrosis) tengo entumido (entumecido) todo el cuerpo.
- Pues ayer vi un pograma (programa) en la tele que hablaba de eso y decía que te se (se te) duermen las piernas y los brazos.
- Sí, yo también tengo un planfeto (panfleto) informativo que me trajon (trajeron) mis hijos y dice lo mismo. La humedad me va muy mal, hoy estoy que no puedo con mi cuerpo después de la trompa (tromba) de agua que cayó ayer.
- ¡Qué le vamos a hacer! ¿Habrá que conformarse con lo que Dios nos mande! Hay cosas peores.
- Sí, mira el hijo de la vecina que es drogadito (drogadicto) Y ¡qué malito está últimamente! Dice que todos los días tiene que tomar no sé cuántas cláusulas (cápsulas) ¡Pobre, lo que estará pasando su madre, con lo que es!
- Ahora dice que se ha comprado una amoto (moto) y tiene miedo de que algún día le pase algo, porque no tiene la cabeza como debería. No creas, que eso son poblemas y no otros.
- ¿De qué nos quejaremos? Fíjate su hermano con lo del paralís (parálisis)
- Desde luego hay familias desgraciadas. ¡Qué le vamos a hacer!
- ¡Que Dios nos dé salud!
- Bueno, te dejo porque me se (se me) queman las lentejas.
También tenemos expresiones propias y únicas en nuestro pueblo que configuran parte de nuestra idiosincrasia, se trata de localismos que se han formado en nuestra jerga con diferentes orígenes, bien por el nombre de determinadas zonas de nuestro término:"Irse para Pimpanilla" (morirse) o "Ser como los pájaros de la Vega" ( no hacer caso, no obedecer). O bien por actitudes u ocurrencias de determinados habitantes que han vivido en nuestro pueblo: "Pasar más hambre que los pavos de Manolo", "La medida del tío Valerio" o "Ser de la tía Pelicana", unos de uso general y otros, a veces, de uso estrictamente familiar.
Pero lo que sin duda nos diferencia más de todo el mundo es nuestro gentilicio. Nos llamamos CUBITANO-VINATEROS, de esto sí que debemos sentirnos orgullosos, pocos son los lugares que tienen un nombre tan culto. ¡Paradojas de la vida!

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Son mis amigos

Por Ángeles Álvarez Moralejo


Sí, ha sido Eva Amaral quien me ha sugerido el título, pero nada más. Aunque comparto con ella la importancia de los amigos en la vida, sin embargo existe una diferencia con la letra de la canción, en la que recuerda con nostalgia a sus amigos de la infancia, pero a medida que avanza va mostrando la añoranza de haberlos perdido por diferentes razones que la vida nos depara, la cual nos lleva a la distancia o la separación en función de buscarnos cada uno el pan para sobrevivir. Mis amigos son diferentes. Nací antes que la mayoría de ellos, lo que me da cierto protagonismo, sólo por la edad. Me crié y crecí con muchos de ellos, otros me los ha ido regalando la vida. Sea de una forma u otra son mi tesoro más preciado. Son ellos los que me dan energía, los que comparten todos los momentos buenos y no tan buenos de mi vida, los que, a pesar de que haya lagunas en el tiempo, aparecen cuando los necesito y sólo con su mirada me hacen pensar en que son los mismos, en que el paso del tiempo no es negativo en la amistad, sino todo lo contrario, refuerza esos vínculos que nos unen ya de por vida.
Compartir un fin de semana con parte de ellos es una de las mejores experiencias que uno puede tener en la vida. Innumerables serían los verbos que podría enunciar para describir la cantidad de acciones que realizamos, no obstante sólo quiero destacar uno: REÍRSE.
Cuando alguien se ríe de todo, por todo y con todo, sobra todo lo demás. Pues bien, eso es lo que hago con mis amigos cuando estamos juntos: reírnos, decir paridas, gastar bromas, olvidarnos de la crisis; en definitiva, hacer un poco el tonto para hacer feliz a a quienes se merecen todo.
¿Hay algo más desprendido que la amistad? No, rotundamente no. En la vida generalmente te mueves por ciertos intereses, sin embargo en la amistad todo es generosidad, cada uno aporta lo que tiene y no lo que puede. La entrega, aun siendo humilde, es total y absolutamente desinteresada.
Como buena castellana, soy austera, así me educaron, en vivir con lo estrictamente necesario, sin lujos, sin embargo en la amistad me siento como una marquesa: tengo un lujo de amigos, con eso tengo bastante para ser feliz.
Gracias amigos, compartir con vosotros aunque sólo sea un fin de semana es el mejor regalo que me pueden hacer, por eso me encantaría que, sin abusar, nos reuniéramos con más frecuencia y nos siguiéramos viendo. También las lágrimas, a veces, acompañan mucho, lo sé por experiencia, pero prefiero las lágrimas de la risa hasta que te duela el diafragma y te falte la respiración. Ese ¡Ay! final es una especie de orgasmo que te deja como nuevo.
















miércoles, 2 de septiembre de 2009

¡Qué le vamos a hacer!

Por Ángeles Álvarez Moralejo
Creo que hay ciertas expresiones en la lengua que deberíamos hacer desaparecer de un zarpazo. Expresiones que son de lo más usado entre la mayor parte de hablantes y cuya frecuencia podría acabar con la paciencia, incluso de los propios protagonistas.
Aludiendo a otras expresiones: “No hay mal que cien años dure”, “Dios proveerá”, “Vendrán tiempos mejores”, etc. que a diferencia de la del título, que la usamos para aceptar resignadamente lo que la vida nos trae, estas nos ayudan a expresar la esperanza estúpida de que lo que nos está sucediendo pasará pronto y tendremos una recompensa, pero ¿qué recompensa? Si nunca levantamos cabeza en este “valle de lágrimas” como dice la Biblia. En cualquiera de los casos no lo entiendo. Parece que a tu alrededor vienen épocas negativas, frustrantes, tristes, preocupantes… que afectan a todos los órdenes del ser humano y que no sólo te afectan a ti, sino que involucran a gran parte de las personas que te rodean y que comparten, de una forma u otra, tu vida. Épocas de problemas, enfermedades e, incluso, muertes de seres queridos. Sin embargo, hay otras en las que todo va sobre ruedas y parece que los males del mundo no van contigo, sino que es cosa de los otros.
Siendo partícipe del agnosticismo, tengo que mencionar por segunda vez el libro sagrado y referirme a esa época de vacas gordas y vacas flacas de la que habla; parece que una vez tiene tristemente razón. Son etapas de 7 años, según el libro, pero cuando vuelvo atrás en mi pasado y contemplo el presente tengo que reconocer que, al menos, en mi caso, hay mucha verdad en todo eso. No sé si son exactamente 7 años, pero son etapas aproximadas en las que parece que todo se pone patas arriba o camina sobre ruedas. Actualmente estoy viviendo una de las primeras, sin embargo me resisto a decir ¡Qué le vamos a hacer! La única solución que veo en todo esto es intentar tirar del pellejo como podamos y no hay otra.