lunes, 16 de junio de 2008

Gatos

Por Ángeles Álvarez Moralejo
Gentilicio es el adjetivo que sirve para denominar a las personas en función del origen o la procedencia de su nacimiento. Generalmente el gentilicio se forma con el lexema del lugar y se le añaden determinados morfemas como, -ense, -ano, -és, -eño, etc. Sin embargo hay algunos gentilicios que nada tienen que ver con esta formación y que han surgido por diferentes razones culturales o históricas. Ese es el caso de “gato”, aplicado a aquellos nacidos en Madrid. Bien es verdad que como ciudad del reino y capital del país, siempre esta ciudad se ha distinguido de otras de manera superlativa, pues hasta en el tema de los gentilicios se muestra esta superioridad al tener dos: madrileño y gato.
El primero comparte la misma formación que la de la mayor parte de lugares, sin embargo “gato” está bastante alejado de esa formación y se acerca más al sustantivo común para denominar a un tipo de animal, muy familiar para todos.
Este es el tema que me ocupa este artículo, explicar la procedencia del gentilicio “gato”, aplicado a los originarios de Madrid.

Allá por los años 852-886, cuando Muhammad I, hijo de Abderramán II, funda Madrid, tuvo un único objetivo que era el de crear una fortaleza militar justo en la Marca Media que señalaba el límite entre la España cristiana y la árabe. Esta fortaleza estaba ubicada donde actualmente se encuentra el Palacio Real y desde su torre vigía controlaban los árabes todo el valle del Manzanares y la Sierra de Guadarrama, lugar por donde los cristianos hacían incursiones en los territorios musulmanes.

La muralla de Magerit (nombre que le dieron los árabes a Madrid) se asentaba sobre un gran foso y se levantó con grandes bloques de pedernal, al mismo tiempo construyeron en ella torres cuadradas. Debía de tener tres puertas de acceso – la de la Vega, la del Arco de Santa María y la de la Sagra- así como varios portillos.

Magerit recibió varias visitas no deseadas de los cristianos a lo largo de muchos años. En el 924, fue el conde Fernán González quien lo intentó. En 968, el rey de León Ramiro III , pero el ataque definitivo fue en 1085 con el rey Alfonso VI.

Fue un día de mayo de ese año cuando las tropas del rey de Castilla, Alfonso VI, se acercaron a Magerit, aprovechando el silencio y las sombras de la noche. Ya había amanecido cuando las tropas llegaron a los pies de la muralla. Tenían que actuar con rapidez si querían sorprender a los defensores de la fortaleza. De repente uno de los soldados cristianos se separó del grupo y comenzó a trepar por la pared de la muralla con mucha agilidad. Todos lo observaron sorprendidos y comenzaron a comentar que parecía un gato. Por esta razón y a partir de entonces este soldado y todos sus descendientes cambiaron su apellido por el de Gato, llegando a ser uno de los apellidos más castizos e importantes de aquella época.
Cuando comenzó la lucha, este hombre ya había llegado arriba, arrancó la bandera de la Media Luna y colocó en su lugar la enseña cristiana.

Desde ese momento, a los nacidos en Madrid se les llama cariñosamente “gatos”.

0 comentarios: