viernes, 18 de julio de 2008

Leísmo, laísmo y loísmo

Por Ángeles Álvarez Moralejo
En el caso de los pronombre átonos de Complemento directo (lo, la, los, las) y de Complemento Indirecto (le, les) se producen alteraciones en el sistema, puesto que en unos casos las formas distinguen funciones sintácticas y en algunos casos se realiza la distinción de género.

Vamos a ver las alteraciones más importantes:

1. LEÍSMO: Consiste en el uso del pronombre LE, en función de complemento directo. Tenemos que apuntar que hay una situación en que está admitido este leísmo por la RAE y es en el caso de que se refiera a C.D. de persona masculino, por ejemplo.

¿Has visto a Juan?
- Sí, lo/le he visto.

Pero no podemos decir:

¿Has leído el libro?
- Sí le he leído. En este caso sólo es admitido el pronombre LO: Sí, lo he leído.

Las causas de esta alteración se encuentran en dos hechos principales:
A) La tendencia del español a separar lo animado de lo inanimado en el complemento directo (yo veo un libro, frente a yo veo a Juan). Como en el complemento indirecto hay equivalencia entre a él y le, esta forma se ha empleado para el complemento directo cuando éste era de persona, en que poseía también un régimen preposicional idéntico (a Juan, a un niño, a él). A partir de este desajuste se han producido otra serie de cambios en el paradigma.
B) La tendencia a subrayar la diferencia de género, que sólo existe en las formas del complemento directo y que se ha contagiado a las del complemento indirecto, en perjuicio de las distinciones de función.

En estos desajustes ha podido intervenir también la influencia analógica de otros paradigmas pronominales que distinguen el género, pero no la función:

ÉL ELLA ELLO
ESTE ESTA ESTO

Sobre los que se han estructurado un sistema de pronombres personales que no distingue la función y sí el género, y que sería:

LE LA LO

Ahora bien, este sistema sólo tiene validez parcial y en español normativo no ha sustituido sino dialectalmente al paradigma que he señalado más arriba.

2. LAÍSMO: Consiste en el uso del pronombre LA como complemento indirecto femenino. Se trata, por lo tanto, de una sustitución del significado de función por el género.
He dicho a Carmen que no puedo ir a su casa.
Se transforma en:
La he dicho que no puedo ir a su casa.
Cuando deberíamos decir: Le he dicho que no puedo ir a su casa.
A Carmen, es el complemento indirecto (Le)

El laísmo está muy extendido en el habla de Castilla y de León. Especialmente difundido está entre los hablantes madrileños y era un fenómeno ya general en el Siglo de Oro. Muchos escritores clásicos ofrecen abundantes ejemplos de laísmo ya en el siglo XVII (Lope de Vega, Quevedo, etc.) aunque hoy se halla en regresión en el habla culta, todavía es posible encontrarlo en algunos escritores. No está admitido por la RALE.

3. LOÍSMO: Es menos frecuente y mucho más vulgar, consiste en el uso de LO como complemento indirecto.

¿Has escrito a tu novio?
- Sí, lo he escrito.

Debemos decir: Sí, le he escrito. Ya que “a tu novio” es el complemento indirecto.

Su empleo se extiende por la misma zona del laísmo, pero con menor difusión. Supone un vulgarismo inadmisible, aunque en alguna época fue frecuente hasta en escritores como Quevedo.

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