viernes, 7 de septiembre de 2012

El que ríe el último...

Por Ángeles Álvarez Moralejo

¡Qué veranito! ¡Qué año! ¡Qué situación la que hemos vivido y seguimos viviendo en este país! Al gravísimo problema económico en el que estamos, en manos de la Merkel and company, hay que añadir el desastre natural sufrido por causa de los numerosos incendios que han sido provocados por desalmados y que supone la pérdida de más de 181.000 hectáreas (se dice pronto) de nuestro país, devastadas por las llamas, además de las muertes (lo peor de todo)  y pérdidas materiales ocasionadas por los mismos.
En este ambiente, aparecen monstruos como el de la finca de “Las Quemadillas” que acentúan la angustia general de los españoles. ¿Qué puede llevar a un padre a cometer tan macabro infanticidio? ¿Es que la gente se está volviendo loca? ¿Es que está envenenada? ¿Es que la situación está llevando a las personas a cometer actos jamás pensados por una mente humana? Pienso que todos los males de esta sociedad tendrían una solución si nos dedicáramos más a educar, para que luego venga el gobierno e imponga recortes en algo tan esencial como es la educación del pueblo. ¿En qué piensan estos gobernantes de a cuarto? ¿Cómo podremos salir de la miseria si obligamos a nuestros jóvenes cualificados y preparados a emigrar a otros países para que se beneficien otros del bienhacer de nuestros intelectuales, científicos, investigadores, etc.?
¿Qué futuro nos espera sin personas que tengan los conocimientos adecuados para tirar del carro y poner sobre la mesa soluciones?
Tal vez podamos salir, algún día, del problema económico, pero ¿cuándo se curarán las heridas provocadas en el corazón de la gente como causa de la desesperación que conlleva el no tener recurso alguno para vivir? No será nada fácil. ¿Qué hemos hecho los españoles para merecer esto?
La vida nos tiene que enseñar que sólo con una educación adecuada, igual para todos, podemos generar en cada uno el esfuerzo, la dedicación, la voluntad y la paciencia suficiente para poder superar los retos futuros que nos aguardan. Tenemos un ejemplo claro en nuestros paralímpicos, que están batiendo récords y colgándose un montón de medallas.
En conclusión, los aparentemente débiles son los más fuertes. Ahora somos los últimos de la cola en Europa, débiles frente a Alemania o Francia, pero la esperanza está en “El que ríe el último, rie mejor”.

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