Un
día en clase una alumna japonesa me sorprendió sobremanera al colocarse frente
a mí y espetarme: “Quiero aprender a ser española”. Frente a una aseveración
tan rotunda, realmente no supe qué contestarle. Arguyendo a mi quehacer profesional
de enseñante tenía que darle una respuesta. Lo primero que me salió de mis
labios fue: “Puedo enseñarte lengua, cultura, costumbres, historia, geografía,
no sé, incluso gastronomía o cinegética, pero enseñarte a ser española es ardua
tarea para mí”.
De
alguna manera quise comprender esa ambición desmesurada manifestada por mi
alumna. Cuando un estudiante extranjero de español consigue un nivel de lengua
alto, tiene la necesidad de pensar, sentir y actuar como un nativo para poder
aplicar la gramática y los conocimientos adquiridos de forma pragmática, de
manera que si no lo consigue, siente que su conocimiento de la lengua es
limitado y se siente fracasado, fracaso que de alguna manera, salpica también
al profesor que lo ha formado.
Desde
mi punto de vista es completamente imposible que los extranjeros pertenecientes
a culturas distantes puedan adquirir un nivel de lengua nativa. ¿Qué es lo que
limitará este conocimiento? Pues, la diferencia cultural. Habrá muchas
expresiones que no utilizarán nunca, sencillamente porque no se encontrarán
jamás ante esas situaciones que implicarían su uso, pues dichas situaciones
vienen condicionadas por la idiosincrasia de cada cultura. Por lo tanto a pesar
de entender y conocer esas expresiones o estructuras, acabarán olvidánsele por
la falta de uso. Sin embargo sí podrá alcanzar un nivel gramatical de perfeccionamiento,
ya que las estructuras gramaticales tienen parangón en todas las lenguas.
Por
mi experiencia es muy difícil que un estudiante, por ejemplo japonés, explique
la situación de una frase propuesta por el profesor acercándose un poco a la
situación preconcebida por el mismo cuando la escribió para ser usada en la
clase de ELE, y ya no es que no se aproxime, sino que la situación entre ambos
están a años-luz la una de la otra. Claro que una misma frase puede ser
aplicable a diferentes situaciones (ahí reside la magia de la lengua), pero
nunca tan alejadas dentro de la misma cultura.
Estoy
segura de que aquella chica japonesa, sabiendo lo que se guisa actualmente en
este país, habrá desistido de aquella idea que la obsesionaba.
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