martes, 23 de junio de 2009

Indolencia

Por sysifus

¡Qué descansada vida
la del holgazán indolente,
que, con la socorrida
treta del escaqueo impenitente,
hace invisible su desidia entre la gente!

Fray Luis de León debe estar revolviéndose en su tumba ante semejante afrenta a sus letras, pero no se me ocurrió nada mejor para justificar este "decíamos ayer". Casi un año sin publicar aquí es mucho tiempo y, como no niego cierta pachorra por mi parte, qué mejor para reestrenarme que hablar sobre conceptos que están tan arraigados en nuestras latitudes. Donde procastinar es, más que un defecto, un hábito generalizado, es normal que el léxico sea rico al denotar indiferencia o desgana.

'Pereza', Jacob Matham, 1587. Los Angeles County Museum of Art.Tenemos tantas opciones para expresar que algo no nos afecta en absoluto que el proceso de selección puede llevarnos al agotamiento. En primer lugar tenemos las comparaciones vegetales: nos importa un comino, un rábano, un pimiento, un pepino o incluso un bledo. Esto último es una planta rara y desconocida, lo cual acentúa el nivel de desinterés. Tampoco le falta glamour, ya que fue el elegido al traducir la famosa frase de Clark Gable en "Lo que el Viento se Llevó". Podría pensarse que cualquier hortaliza vale, pero no es así. Clamar que algo "me importa una lombarda" sólo produciría perplejidad. Sin embargo el brécol podría colar, supongo que por aproximación fonética. Esta última razón es la que, posiblemente, ha provocado que también se use "me importa un huevo" (rima asonante con "bledo"). En mi opinión se trata de una expresión equívoca, porque "un huevo" se utiliza popularmente de la misma forma que "un montón". El siguiente diálogo ficticio entre dos viajeros de un repleto autobús ilustra esta circunstancia:

– Disculpe, ¿se ha dado usted cuenta de que me está pisando?
– ¡Me importa un huevo!
– Tengo dudas ante su ambigua respuesta, caballero: ¿le importa mucho o no le importa nada que se me esté cortando la circulación en el pie izquierdo?
– ¡Me importan una mierda sus dudas!

Esta última perla nos lleva a lo escatológico, tan malsonante como extendido.

Otro recurso para hacer patente nuestra nula implicación se basa en aludir, casi siempre inconscientemente, al órgano sexual masculino: "me la trae al pairo", "me la trae floja", "me la pela", "me la suda" e incluso "me la repanfinfla". Como ejemplo, un diálogo amigable entre dos compañeros de trabajo.

– Has vuelto a dejar la impresora sin papel.
– Me la pela.
– Me la suda que te la pele.
– Me la pela.

Al margen de lo elevado de la prosa, el hecho de que uno de los interlocutores manifieste su indiferencia ante la indiferencia del otro es bastante interesante en el plano metafísico.

Por último, debemos detenernos a examinar la figura clave en lo que a desidia se refiere: el pasota. Originalmente, el término se acuñó en España a finales de los setenta para definir a quienes se desentendían de las convenciones sociales. Aquellos tiempos de protesta política y contracultural quedan muy atrás, y ahora el pasota lo es en general, sin discriminar ningún contexto. Igual que la línea recta es la distancia más corta entre dos puntos, el pasotismo es la opción más clara entre la teoría de tener que hacer algo y la práctica de no hacer nada. En su aplicación sólo hay que conseguir que lo que entra por un oído salga inmediatamente por el otro. El verdadero pasota, aquejado de galbana crónica, puede permanecer indefinidamente en estado de nula actividad. Curtido en mil batallas en las que no movió ni un dedo y salió indemne, aplica a la perfección la ley del mínimo esfuerzo y sólo necesita dos sílabas para transmitir sus inquietudes:

– Esta semana te toca fregar los platos.
– Paso.

Tras esa respuesta vendría un reproche, pero sería en vano: al pasota le resbalan las advertencias y las amenazas. Ya le podrás decir que no da un palo al agua, que los tiene cuadrados o que es más vago que la chaqueta de un guardia: es inútil. Decía Benjamín Franklin que “la ociosidad camina con tanta lentitud que todos los vicios la alcanzan”. Y yo añado que hasta pueden pasar de largo, sobre todo si requieren una acción voluntaria.

Imagen: "Idleness" (Pereza), Jacob Matham, 1587. Los Angeles County Museum of Art.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Economía en SMS

Por Ángeles Álvarez Moralejo
Si dentro de la lengua, hay algún fenómeno que llega al límite de la economía lingüística es en los mensajes de los teléfonos móviles (SMS). Dado el escaso espacio de que disponen para escribir un mensaje con el máximo contenido y rapidez, los recursos que se están desarrollando para la redacción de los mismos son infinitos.
Analizando algunos ejemplos podríamos catalogarlos de la siguiente manera:
a) Pntuacn: No se deben utilizar las letras mayúsculas. El uso de las mismas indicará que estás gritando y es de mala educación. Los signos de interrogación y exclamación solamente se colocan al final. Ejmplo: K t sts? (¿Qué tal estás?)
b) Ortgrfi: No se acentúa. La h- y la e- al principio de las palabras se omiten. Se suprimen todas las vocales en las palabras comunes. Se utiliza la representación gráfica del sonido en las consonantes que preceden a las vocales cuando eliminamos estas. Por ejemplo: kra (cara). Se sustituye la ll, por la y o una sola l. Se emplean todos los signos y números posibles a fin de acortar las palabras (x = por, 1 = uno.
c) Sntxs: Se puede suprimir el espacio entre las palabras (tptcqdr = (¿te apetece quedar?)

A modo de ejemplos de mensajes cotidianos y generales:
- Sta trd tspro pra tmr kf bss (Esta tarde te espero para tomar café. Besos)

-mal, xkes 1 koñazo stdiar n verno... y tngo 5 sobrs 1 sufi 1 bien i lo d+ todo ntabls ... k t tu? (Mal, me ha quedado matemáticas. Es un coñazo estudiar todo el verano. Tengo 5 sobresalientes, 1 suficiente, 1 bien y lo demás todo notables ¿qué tal tu?)

-Wueno Maxo la xroxima semm boi a jijon a un kurx de surf , vasr la ostia ..la ke m voi a dr... tu vs algn lao ADW knta (Bueno macho, la próxima semana voy a Gijón a un curso de surf, ¡va a ser la hostia! ... la que me voy a dar . ¿Tú vas a algún lado? Contesta a Andrés . Contesta.)

- Ami m kedao mats n jodas ke as ktao, kuants tn kedao kontsta (A mí me ha quedado matemática, no jodas ¡Qué asco! ¿Cuántas te han quedado? Contesta).

-Ola k tl sts a dnd as id y esy en l publ avurd n m a kedao nig m entrao d k te as rt l pirn espo k te curs y k n te vañs n td l vern cn l pat chul kntes (Hola, ¿Qué tal estás? ¿Dónde has ido? Yo estoy en el pueblo aburrido. No me ha quedado ninguna. Me he enterado de que te has roto la pierna. Espero que te cures y que no te bañes en todo el verano con la pata chula. Contesta)

-Y n sva na lsn l k dij d brnj y n keria k te purs a yorr knts porf. (Yo no sabía nada. Lo siento. Lo que dije era broma yo no quería que te pusieras a llorar. Contesta, por favor).

-Ola slo keria svr com etbs y ety bien aora etoy en galicia etoy con m ermno e psao bueo m tego k i adio (Hola, sólo quería saber cómo estabas. Yo estoy bien. Ahora estoy en Galicia con mi hermano el pesado. Bueno, me tengo que ir. Adiós).

- toi feli (Estoy feliz)

viernes, 17 de octubre de 2008

Guachupichu

Por Ángeles Álvarez Moralejo
Podríamos hablar de una metonimia contaminada. ¡Quién les iba a decir a los vecinos del famoso y espectacular Machu-Pichu, que algún día el nombre de su famoso monte les iba a servir para ser nominados con el adjetivo-gentilicio “guachupichu”!
Lo más anecdótico del caso es que dicho adjetivo engloba no sólo a los vecinos y habitantes de dicha zona, sino a todos aquellos que son descendientes de los países colonizados, o invadidos, ¡da igual!, por nuestro, o de los italianos, incomparable Colón.
Podríamos decir que “guachupichu” es el adjetivo despectivo de “indio”.
Personalmente no estoy de acuerdo con el uso de este adjetivo, sin embargo se ha extendido de tal manera que no me extrañaría que, en breve, la RAE lo incluyera en el diccionario, debido al uso idiomático que se ha venido haciendo últimamente del término.
Si en Japón, por ejemplo, se usa el término “gaiyín” para aludir al foráneo o extranjero, ahora en España ya nos hemos colocado a su nivel, creando el adjetivo “guachupichu”. Para que luego digan que estamos a años-luz de ciertos países ricos, claro que depende de a lo que se refieran. En algunos casos nos igualamos a ellos rápidamente, e incluso podemos superarlos. Sobre todo si consideramos el número de letras con el que escribimos el mismo término (Seis frente a once). En otros, no les llegamos ni a los calcañales.

Ahora viene la cuestión: ¿Qué tiene que ver este tema con la economía lingüística? Pues creo que desde el punto de vista de la semántica, en el término “guachupichu” están condesados múltiples significados, como: persona que viene del ultramar a buscar trabajo. Persona que tiene sus orígenes en las tierras conquistadas por Colón. Persona que recibe con agradecimiento y sumisión los trabajos que los españoles nativos rechazamos. Persona humilde que sólo desea la integración cultural y económica de nuestro país. (…)
Al menos espero que si la RAE lo incluye en su diccionario, le dé también los múltiples significados que tiene, a modo de ejemplo me he arriesgado a dar algunos, sin embargo se pueden ampliar terriblemente con la colaboración de todos.

martes, 14 de octubre de 2008

Conjunciones temporales

Por Ángeles Álvarez Moralejo
A veces nos preguntamos que para qué existen en la lengua tantas conjunciones con idéntico significado. Podríamos decir que este fenómeno es la antítesis de la economía lingüística, y es cierto; sin embargo la existencia de las mismas da ciertos rasgos de expresividad a la lengua enriqueciéndola sobremanera.
Es el caso de conjunciones temporales como: tan pronto como, nada más que, en cuanto, apenas, no bien, así que. Todas ellas sirven para indicar una acción posterior inmediata en el tiempo. Si las comparamos con después de que podemos decir que en este caso sí hay un rasgo diferenciador que nos remite a la economía lingüística, ya que al decir:

a) Nos veremos después de que salgas de clase
b) Nos veremos en cuanto salgas de clase

En el caso de a), refleja falta de exactitud en la acción y esto obligará al interlocutor a preguntar: Pero, ¿a qué hora?, porque salgo a las 11:00. Sin embargo al expresar b), no hay ninguna duda, ya que indica la acción exactamente, si sales de clase a las 11:00, inmediatamente nos veremos. Lo cual evitará gastar saliva a nuestro interlocutor.

Sucede lo mismo con la conjunción cuando, que puede sustituir a cualquier conjunción temporal, sea acciones repetidas (siempre que, cada vez que), sea acción final (hasta que), u origen (desde que), anterior (antes de que), simultánea (mientras que), etc.

Con esto debemos sacar como conclusión que debemos ser estrictos en el uso de las conjunciones bien para evitar malentendidos, o bien para hablar con exactitud frente a las diferentes situaciones en las que nos encontremos.

viernes, 26 de septiembre de 2008

La polisemia

Por Ángeles Álvarez Moralejo
¿Qué es la polisemia, sino un recurso de economía lingüística? Palabras con significados múltiples, y no digamos sólo los significados denotativos, tengamos en cuenta los connotativos, aquí ya nos perdemos. Palabras “comodín” como a mí me gusta llamarlas en la clase de ELE para que los alumnos lo entiendan, nos aportan tantos significados, que, paradójicamente, al contrario de enriquecer la lengua, la empobrecen por esa falta de vocabulario específico, pero que, por otro lado, son muy útiles en niveles elementales de ELE.
Pongamos por ejemplo, las palabras “cosa”, “chisme”, “aparato”. Palabras que usamos en contextos diferentes, pero que en todos ellos sustituyen al vocablo exacto; bien es verdad que al desconocer dicho vocablo nos ayudan a salir del paso y podemos establecer la comunicación, sin que haya ningún tipo de equivocación o malentendido.
He comprado una cosa”. Tal vez el hablante desea guardar en secreto la “cosa” comprada o no quiere desvelarla o bien no sabe cómo se llama exactamente. Sin embargo, el contenido de la comunicación es explícito.
No sólo en el mundo de los sustantivos se da este tipo de fenómeno, sucede con todas las palabras que forman parte de la oración, tanto variables como invariables: adjetivos, preposiciones, interjecciones, verbos, adverbios, etc.

Verbos como poner, hacer, tener, etc., tienen múltiples significados. Existe una tendencia contraria a lo que conocemos como economía lingüística, que nos da cierta redundancia. Me refiero al uso frecuente de los alumnos dentro de ELE de sintagmas formados por el verbo + un sustantivo, en lugar de usar el infinitivo que lo sustituye. Hacer la comida >Cocinar, Hacer la limpieza>Limpiar, Hacer una casa>Construir.

Respecto a las preposiciones, podemos poner como ejemplo “Por”, con todos sus significados:
Miré por la ventana (a través de)
Me voy por no querer hablar contigo (porque)
Voy por ti a la conferencia (en tu lugar)
Conseguí el piso por 300.000 € (precio)
Iré por verte (para)
Estuve allí por 2 meses (durante)
La manzana fue comida por el niño (Complemento Agente de la voz pasiva)
Paseo por el parque (movimiento)

Por otro lado tenemos la metonimia, que también está dentro de este tipo de recursos.
En el mar se divisaban 1000 velas.
Ponme un Rioja.
Había 100 almas

Las palabras “vela”, “Rioja” y “alma”, sustituyen a otro sustantivo, bien usando la parte por el todo (vela =barco), (alma =persona) o bien usando el nombre del lugar por el producto (Rioja = vaso de vino). Hay muchos tipos de metonimias, sin embargo he escrito estas a modo de ejemplo.