viernes, 5 de noviembre de 2010

Estado de ánimo

Por Ángeles Álvarez Moralejo

¿Quién podría ser el osado en escribir sobre un concepto del que todo el mundo depende como es el estado de ánimo, si no fuera un psiquiatra, un psicólogo o una persona depresiva?

Pienso que todos los demás somos unos profanos y atrevidos si nos dispusiéramos a hablar de semejante concepto. ¿Por qué? Pues porque pienso que el estado de ánimo sólo es discutible, analizable, capaz de ser estudiado e investigado en esas situaciones en las que aflora, que son los momentos en los que sufrimos por diferentes acontecimientos negativos que se nos van apareciendo a lo largo de nuestra vida.

Mantener un estado de ánimo positivo durante toda nuestra vida no es posible y si alguien lo consiguiera, viviría en un aburrimiento continuo. El ser humano necesita de emociones de muchos tipos, emociones que alteran esa paz interior de la que hablan algunos.

Estamos inmersos en la naturaleza, porque formamos parte de ella y como dice el refrán: “Después de la tempestad, viene la calma”. Todo está motivado por este binomio de antónimos: Tempestad-calma. De lo contrario viviríamos cantranatura. Si el mar estuviera siempre en calma o en tempestad, nos privaría de poder contemplarlo en toda su intensidad e, incluso, el mundo del arte se resentiría al no poder pintarlo, describirlo o fotografiarlo tal como es.

A lo largo de la historia nos encontramos con muchos momentos que surgen como contraposición a una etapa anterior. Pongamos como ejemplo el Renacimiento que aparece como algo necesario para dejar en el pasado a la Edad. Media. Surge la luz frente a la sombra (un nuevo binomio). El Renacimiento supuso un detonante a la hora de influir en el estado de ánimo del hombre. Surgió un hombre nuevo con horizontes nuevos, hombre que dejaría a un lado el oscurantismo y la espiritualidad medieval para iluminar la vida real y colocarse como centro del universo (Antropocentrismo), dejando atrás el Teocentrismo que había invadido la historia occidental hasta aquel momento.

Ante el dolor, la enfermedad, la pérdida de un ser querido, etc. debemos elevar nuestro estado de ánimo. Está comprobado que se supera todo si lo mantenemos álgido. ¿Cómo podemos superar este estado triste provocado por ciertas situaciones? Pues con voluntad, pero no individualmente, debemos dejarnos influir por nuestro alrededor. El espíritu positivo de la gente con la que convivimos, tiene que tener la capacidad de contagiarnos y ayudarnos a superar las barreras, solos será inútil. El estado de ánimo colectivo es capaz de mover montañas, contagia todo y a todos o si no que nos lo digan a los españoles cuando la selección de fútbol ganó la copa del mundo,

Hoy tengo el estado de ánimo bajo, pues he escuchado la noticia de qué apellido prevalecerá. Supongo que con tanta economía, acabaremos imitando a los americanos y no sólo con un único apellido, sino adquiriendo el de nuestro cónyuge. ¡Qué manera más simple de perder nuestra identidad! Mi primer apellido es muy común, sin embargo jamás lo cambiaría por otro: es el que me identifica genética e históricamente; si lo hiciera deshonraría a mi abuelo Félix.

La verdad es que no es el caso.

0 comentarios: