lunes, 10 de agosto de 2009

El Madrid más antiguo

Por sysifus

Aunque no lo parezca, Madrid es una ciudad milenaria. Sin embargo es bastante complicado encontrar en ella edificios o ruinas de más de 500 años. Esta entrada intenta listar todo aquello que supere el medio milenio.

Hospital de La Latina (s. XVI)

Portada del Hospital de La Latina, trasladada a la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid.

Fundado en 1493 por Beatriz Galindo, conocida como "La Latina", el edificio no fue terminado hasta 1508. Estaba situado en la esquina de la calle Toledo con la plaza de la Cebada. En 1908, debido a las obras de ensanchamiento de la calle, el hospital fue demolido, pero la portada, de estilo gótico, fue desmontada y años después se reconstruyó en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid, a unos cuatro kilómetros de su emplazamiento original. Actualmente el Teatro de La Latina y un edificio de viviendas ocupan el solar donde se ubicaba el hospital.

Iglesia de San Jerónimo el Real (s. XVI)

Fachada oeste de la Iglesia de San Jerónimo el Real.De lo que fue un monasterio levantado por orden de los Reyes Católicos hoy se conserva la iglesia gótica, que fue concluida alrededor del año 1505, y un claustro renacentista posterior, integrado en la ampliación del Museo del Prado conocida como el "Cubo de Moneo". Durante la ocupación francesa de 1808 el monasterio sufrió daños importantes, procediéndose a su restauración muchos años después, durante el reinado de Isabel II. La fisonomía de la Iglesia cambió bastante debido a la incorporación de dos torres en el ábside, que constituyen hoy su imagen más reconocible, asomando por detrás del Prado. No obstante, en la fachada oeste, mostrada en la foto, se intentó ejecutar una reconstrucción fiel.

Torre de Los Lujanes (s. XV)

Torre de Los Lujanes, vista desde la Plaza de la Villa. A su izquierda se aprecia la Calle del Codo.Levantada a principios del siglo XV, esta torre de estilo mudéjar es la edificación civil más antigua de Madrid que sigue en pie. Está situada en la plaza de la Villa, haciendo esquina con la estrecha y sinuosa calle del Codo, en la cual esconde una curiosa puerta con arco de herradura. Cuenta la leyenda que se usó como prisión de lujo para el rey Francisco I de Francia, aunque lo que sí es seguro es que en la misma, adosada a una casa señorial, vivió la familia Luján durante varios siglos. Más tarde, debido a su altura, se utilizó como estación del telégrafo, y después ha sido sede de diferentes sociedades. A mediados del siglo XIX sufrió una cuestionable remodelación que desvirtuó totalmente su aspecto, hasta que en 1910 le fue devuelto su estilo original.

Iglesia de San Pedro el Viejo (s. XIV)

Iglesia de San Pedro el Viejo, vista desde la costanilla de San Pedro.
Su torre mudéjar, claramente visible desde la calle Segovia o desde la plaza de La Paja, es lo más destacado de esta iglesia, y también lo más antiguo, ya que fue erigida a mediados del siglo XIV, siendo el resto de la edificación fruto de posteriores reformas y construcciones. Es bastante probable que fuese levantada sobre una antigua mezquita.

Ermita de Santa María la Antigua (s. XIII)

Ermita de Santa María la Antigua, fotografiada desde la calle de Monseñor Óscar Romero.
Originalmente fue la Parroquia de Carabanchel, pueblo que sólo desde hace unas décadas se convirtió en barrio anexionado a la ciudad de Madrid. En la actualidad es la capilla del Cementerio de Carabanchel. De la construcción original del siglo XIII se conserva la cabecera, el muro sur, con portada románica, y la torre mudéjar, sin duda lo más curioso del conjunto, por su delgadez. Carabanchel es un núcleo poblado desde tiempos de los íberos. Por ello no es de extrañar que durante unas obras de restauración se encontrasen en la ermita piezas arqueológicas prerromanas.

Iglesia de San Nicolás de Bari (s. XII)

Iglesia de San Nicolás de Bari, con su torre mudéjar a la derecha.
Escondida entre callejuelas próximas a la Calle Mayor se encuentra la iglesia más antigua de Madrid, toda vez que la de La Almudena fue demolida. Al igual que otras construcciones, es posible que fuese originalmente una mezquita. En cualquier caso, se trata de un edificio formado por elementos de diferentes épocas, siendo los más antiguos el ábside del siglo XV y la torre mudéjar, que data del siglo XII, aunque el remate superior, de estilo herreriano, es un añadido muy posterior.

Iglesia de Nuestra Señora de la Almudena (s. XII)

Restos del ábside de la Iglesia de Nuestra Señora de la Almudena.
Durante siglos la iglesia más antigua de Madrid, fue demolida en la segunda mitad del siglo XIX en el curso de las obras de ensanche de la Calle Mayor. En 1998, durante una remodelación urbanística, se encontraron restos del ábside, los cuales pueden observarse a través de una mampara horizontal en la calle Almudena, tal y como se ve en la foto.

Ermita de San Pelayo y San Isidoro (s. XII)

Ruinas de la portada de la Ermita de San Pelayo y San Isidoro. Detrás puede apreciarse la mole de la Torre de Valencia, situada al otro lado de la avenida de Menéndez Pelayo.
Esto es una pequeña trampa en esta lista, porque esta ermita románica no se construyó en Madrid, sino en Ávila. Estaba situada al sur de dicha ciudad, pero tras quedar en ruinas se vendió al Estado en 1884. Fue trasladada entonces a Madrid, concretamente a la calle Serrano, frente al Museo Arqueológico. En 1897 fue reubicada en el Parque del Buen Retiro, al lado de la Montaña Artificial, donde puede visitarse actualmente. Los restos incluyen la portada y el ábside.

Muralla cristiana de Madrid (s. XI)

Restos de la Muralla Cristiana, visibles en el número 17 de la calle del Almendro.
La muralla cristiana se construyó como continuación de la muralla musulmana. Tras el final de la reconquista, y sobre todo al convertirse Madrid en capital del Reino, la muralla fue demoliéndose paulatinamente, pero parte de ella pasó a formar parte de edificaciones posteriores. Por ello es bastante habitual que el interior o los sótanos de casas del Madrid de los Austrias escondan trozos de esa muralla: Plaza de Oriente, Plaza de Isabel II, Escalinata, Mesón de Paños, Espejo, Puerta Cerrada, Cava Baja, Almendro y Mancebos. La foto corresponde al trozo más largo que se conserva, visible desde la calle del Almendro a través de una verja.

Muralla musulmana de Madrid (s. IX)

Ruinas de la Muralla Musulmana en el Parque Mohamed I.
Esta muralla delimitó la ciudad durante la ocupación musulmana. Igual que en el caso de la muralla cristina, hoy sólo quedan algunas ruinas. A pesar de que fue declarada Monumento Histórico-Artístico en 1954, sus restos no se han respetado adecuadamente. Por ejemplo, un edificio de viviendas se construyó encima de un lienzo situado en la esquina de Bailén con la Calle Mayor. En 1996 se tiene constancia de que, además de hallar la Torre de los Huesos, cuyas ruinas pueden verse actualmente en el aparcamiento subterráneo de la Plaza de Oriente, se encontraron otros restos que fueron destruidos. Últimamente han aparecido otros elementos en la Plaza de la Armería, entre el Palacio Real y la Catedral de La Almudena. En cualquier caso, los restos más abundantes se encuentran al final de la Calle Mayor, a los pies del ábside de la Catedral. Hace unos años se habilitó un parque, llamado Mohamed I, que integraba esas ruinas, pero acabaron conviertiéndose en cobijo para vagabundos, llenándose de basura y excrementos. Actualmente el parque se ha cerrado para acometer una nueva remodelación.

Templo de Debod (s. II a. de C.)

El Templo de Debod en su ubicación actual.
Si lo de la ermita del Retiro es una pequeña trampa, esta es de las grandes. El Templo de Debod fue uno de los cuatro que Egipto regaló a diferentes países en agradecimiento por la ayuda prestada en el salvamento de joyas arquitectónicas que iban a desaparecer tras la construcción de la presa de Assuan. El lugar elegido en Madrid para su ubicación fue la Montaña del Príncipe Pío, que forma parte hoy en día del Parque del Oeste, muy cerca de la Plaza de España. En aquel entonces el lugar lo ocupaban las ruinas del Cuartel de la Montaña, que quedó destruido durante la Guerra Civil y no se volvió a levantar. La reconstrucción, concluida en 1972, no fue fácil, pero se consiguió recuperar elementos, como la fachada principal, que estaban prácticamente perdidos antes del traslado. De todos los monumentos de esta lista es, probablemente, el más visitado por los turistas, lo cual no deja de ser irónico.

Para terminar, incluimos un mapa con las localizaciones de los monumentos de esta lista, por si alguien quiere darse un paseo:

Ver El Madrid más antiguo en un mapa más grande

miércoles, 5 de agosto de 2009

... y las estrellas

Por sysifus

Habiendo encadenado una entrada sobre Sol y otra sobre la Luna, había una fuerza cósmica que nos impelía a hablar sobre las estrellas. Mas no lo haremos sobre las del cielo, salvo para referirnos a lo obvio: esas estrellas no tienen forma de estrella. EstrellasY, sin embargo, el símbolo estrellado, tan viejo como nuestra civilización, las representa. Las estrellas del firmamento son puntos, pero bajo ciertas condiciones, por ejemplo al entornar los ojos, podemos obtener la ilusión de que tienen brazos o puntas, igual que los equinodermos asteroideos, más conocidos como estrellas de mar (adivinen por qué).

Como ideograma, la estrella está presente en la iconografía desde tiempo inmemorial: la de cinco puntas era el emblema de los pitagóricos en la antigua Grecia. Y todavía hoy es la más prolífica, formando parte de la bandera de entidades tan dispares como la Unión Europea, la mayoría de los países comunistas, la Comunidad de Madrid, el Islam (junto a la media luna) o los Estados Unidos de América.

Al margen de otras acepciones más especializadas, estrella también significa destino o sino. De ahí el dicho "unos nacen con estrella y otros estrellados", que alude a la diferente suerte que nos deparan los hados, entendiendo estrellar como chocar violentamente, el uso más utilizado coloquialmente. Llama la atención, porque realmente no guarda demasiada relación con las estrellas. Por ello hay quien dice que su etimología, en este caso, podría ser más cercana al verbo estallar. Eso sí, cuando alguien se estrella, es probable que vea las estrellas, expresión que sí tiene un origen más claro: quien sufre un dolor fuerte y repentino puede llegar a ver chiribitas. En los cómics y dibujos animados tal circunstancia se representa con una retahíla de estrellas girando en torno a la cabeza del personaje agraviado.

Hace menos de un siglo, cuando el cinematógrafo había dejado de ser una curiosidad de feria para convertirse en entretenimiento para las masas, los protagonistas de las películas empezaron a cobrar importancia. En aquel entonces se empezó a usar el término estrella de cine para referirse a los artistas más cotizados. "More stars than there are in the heavens" fue el eslogan de los estudios MGM durante su época dorada. Debido a ello, el verbo estrellar tiene en inglés, además del significado original (cubrir con estrellas), otro que podríamos traducir como presentar en papel principal. Tal uso del verbo no se da en el español.

El sustantivo estrella, por extensión, se utiliza como aposición para indicar que alguien o algo destaca sobre el resto, fuera ya del ámbito artístico. De esta manera no sólo existen estrellas del celuloide, la música o la televisión, sino también jueces estrella, políticos estrella, empresarios estrella e incluso productos estrella. Mención aparte merece el deporte y, sobre todo en estos lares, el fútbol, donde sí que hay, presumiblemente, más estrellas que en el cielo. Y también astros carrileros, lanzamientos estratosféricos, regates sidéreos, equipos galácticos o pases cósmicos. Ni que obligasen a los periodistas deportivos a estudiar astronomía.

viernes, 24 de julio de 2009

Estar en la Luna

Por sysifus

Luna
Esta semana se han cumplido cuarenta años del primer paseo por la superficie lunar. En unos meses habrán pasado treinta y siete desde el último. Durante aquel breve periodo, en fechas señaladas por las misiones de la NASA, se podía decir que alguien se encontraba allí arriba sin que fuese una metáfora. "Estar en la Luna" significa, desde mucho antes del éxito del Apolo 11, estar ausente, fuera de la realidad. Aunque puede utilizarse en cualquier situación, la magnitud de la distancia que nos separa de nuestro satélite provoca que la mencionada locución no se use para referirse a fugaces pasmos o despistes, sino en casos de la más absoluta desconexión con el mundo real.

Para leves distracciones es preferible optar por la expresión "pensar en las musarañas", que implica sólo una pérdida de atención pasajera, un breve asueto mental. La musaraña es, probablemente, el mamífero más pequeño del mundo, y a esa característica es a la que se alude como algo de importancia insignificante que nos distrae de elucubraciones más responsables. Paradójicamente, la musaraña es uno de esos animales que no puede permitirse el lujo de entretenerse con vanalidades, puesto que su existencia es una constante lucha contra la inanición: si no se mete constantemente entre pecho y espalda una ingente cantidad de alimento, muere de hambre en un par de horas.

Existe un término medio entre la musaraña y la Luna, entre el lapsus eventual y la vida en la inopia. Es una comarca leonesa llamada Babia, un bonito valle rodeado de cumbres tan importantes como Peña Ubiña. En el medioevo, los monarcas de la Corona de León solían ir allí a descansar. A su vuelta a la Corte, aquejados de un severo síndrome post-vacacional, estaban más ensimismados que de costumbre, de manera que los súbditos disculpaban el Real despiste porque Su Majestad "aún estaba en Babia". Además de ser una expresión ingeniosa, era menos irreverente que decir que estaba en la higuera o en las nubes.

domingo, 28 de junio de 2009

Sol, verano de 2009

Por sysifus

Hoy, tras cinco años de obras, la estación de Cercanías de la madrileña Puerta del Sol ha entrado en servicio. Si tuviera que optar por un único adjetivo para describirla, diría que es una estación pequeña, comparada con lo que me esperaba. Durante meses nos han bombardeado con un dato grandilocuente: que su caverna de andenes es la más grande excavada jamás para tal propósito. Acceso a la estación de Cercanías de Sol.Y efectivamente su altura es considerable, tanto que ha dado para habilitar un paseo por encima de las vías, que parece el espacio más amplio de todo el recinto, y desde donde parten las escaleras que dan acceso a las dos vías. Los andenes tienen una amplitud similar a la que nos podemos encontrar en otras estaciones subterráneas de la red de Cercanías, pero las escaleras de acceso, varias a lo largo de los andenes, limitan su anchura en esos puntos de forma significativa, con lo que la sensación de angostura es evidente. También me ha dado la impresión de que hay otros cuellos de botella en algunos puntos del camino a la superficie o a la estación de Metro. Pero, inexorablemente, el espacio no es infinito, y Sol no es Nuevos Ministerios.

En días pasados, una de las dudas que asaltaban a los transeúntes habituales de la plaza, espectadores de esa orgía de máquinas, vallas de obra y suelos levantados, era cómo se iban a apañar para terminar la tarea a tiempo de la inauguración del sábado. Bajo tierra, los accesos a andenes de la línea 1 del Metro tampoco hacían concebir esperanzas de que aquello pudiera estar listo en unos días. No ha habido milagros: las obras continúan, y todavía habrá que esperar para que Sol vuelva a la normalidad. Quizás dé para otra inauguración.

He dejado para el final de esta breve crónica lo más comentado por todos, el acceso a la estación: esa vítrea silla de montar dinosaurios que no ha dejado a casi nadie indiferente. Podría decir que al conjunto arquitectónico le pega menos que a un santo dos pistolas, o directamente que es más fea que pegar a un padre con una bayeta. Pero todo eso es subjetivo. A mi juicio, pese al tamaño de la estructura, el acceso en sí tampoco es demasiado grande. Y vuelvo con ello a mi valoración inicial; si estoy equivocado o no, el trasiego real de viajeros lo dirá.

jueves, 25 de junio de 2009

Puntos suspensivos

Por Ángeles Álvarez Moralejo
El español se diferencia de ciertas lenguas por sus tonemas. Al pronunciar las frases debemos tener en cuenta que hay que aplicar entonaciones diferentes para dar los significados que pretendamos en cada situación. A parte de los signos de exclamación o interrogación, tenemos los puntos suspensivos (…) que debemos no sólo escribir, sino también saber leer y entonar cuando hagamos uso de la lengua oral. Lo que indican es que el contenido semántico de la frase en cuestión no queda cerrado, sino que hay algo detrás que omitimos, pero que queda inmerso en el significado de lo expresado.

Pongamos tres ejemplos pertenecientes a estructuras diferentes y en las que hacemos uso de esos puntos suspensivos, que en realidad nos permiten hacer economía lingüística.

a) Quien a buen árbol se arrima,…
b) Es que tengo tanto sueño…
c) Si estuviera aquí…

En el caso de a) se trata de un refrán de los miles de refranes castellanos de que disponemos en la lengua y que no, por ser antiguos, han dejado de formar parte de la lengua hablada, sino que se usan con frecuencia y enriquecen la lengua sobremanera. El refrán completo sería: “Quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija” Sólo damos la primera parte ya que se sobreentiende la segunda, pues todo el mundo la conoce. En el mismo refrán aparece el relativo “quien” aludiendo a “la persona que”, ya este pronombre relativo forma parte de un recurso de economía.

En el caso de b) expresamos solamente la causa de una oración consecutiva, eludiendo el efecto, pues no es intrínsicamente relevante. Lo importante para nuestro interlocutor es conocer la causa, el efecto sólo puede ser uno: que tengo que descansar, que estoy muy cansado, etc.

Cuando decimos “Si estuviera aquí…” en realidad no estamos expresando una condición, sino un deseo hipotético y la expresión sería. ¡Ah si estuviera aquí!, omitiendo la partícula “Ah”. Sin embargo al escribir los puntos suspensivos pasa a ser la prótasis de una oración condicional hipotética. No decimos la apódosis porque no es relevante en el contenido que deseamos expresar. De esta manera lo usamos como un deseo en presente hipotético.

Muchos son los casos en la lengua en que cortamos las frases con puntos suspensivos, por lo que considero que son un recurso más de economía lingüística.